Que todos seamos Uno. Es el designio de ese dispositivo en forma de meta-relato que llamamos “La Historia”. Recientemente hemos sido testigos de una de sus múltiples resurrecciones. En el marco de una emergencia sanitaria sin precedentes la ciencia y la tecnología fueron las primeras en reaccionar hacia una vocación universalista que fundó en buena medida eso que llamamos la modernidad. La serie de los gobiernos populistas, que dieron a las masas durante un tiempo la esperanza de que se podía hacer retroceder la globalización resultó afectada por un movimiento irrefrenable donde las instituciones globalizantes de gestión política tuvieron que salir a ocupar a tropezones su lugar, aun con la debilidad impresa en sus estructuras desde hace más o menos 20 años.

La Historia entonces se reinventa y nos devuelve a ese escenario en el que somos Una humanidad frente a un único enemigo. Es un relato demasiado poderoso para que los efectos culturales de la postmodernidad puedan tener la última palabra. Al estar facilitado desde los proyectos imperiales multiculturales de la época llamada helénica, está a disposición de nosotros para que lo utilicemos cuando tengamos necesidad de él. La cuestión siempre con estos dispositivos es cómo servirnos de ellos y no servirles a ellos. Si el individualismo desencantado de masas tiene carácter de síntoma, hay que ubicar su raíz en esa apetencia por una vida cuyo sentido no esté determinado absolutamente por el mega-relato de la historia.

La emancipación cobra así una nueva escala, una microescala. En ésta los individuos quieren decidir de buena parte del sentido de sus existencias, y si bien eso puede llevar a extremos, nuestro deber es escuchar y acompañar esta aspiración que constituyó el único freno eficaz contra los totalitarismos que se desplegaron en el siglo XX. Es aquí donde el recurso al “little man”, al individuo anónimo, cobra su valor subversivo. En su aspiración a su propia singularidad frente a La Historia, o a Lo Global, podemos encontrar una orientación ética para responder como universitarios y como investigadores.

Los nuevos nacionalismos y populismos, como respuestas al capitalismo globalizante constituyen una distracción de esta aspiración que hay que interpretar para asegurar su cumplimiento. Todo lo que se ponga en el medio de esta dialéctica entre La Historia y el individuo anónimo, que aspira a darse su propio nombre, debe ser puesto bajo sospecha de una manera intransigente. De este modo la microescala de las emancipaciones posibles hará posible la paleta de las invenciones de los colores de los que puede disponer cada uno.

En este contexto, la Universidad Incca de Colombia, se pone de nuevo en posición de acompañar las luchas por la emancipación, actualizando su identidad doctrinaria. Abre el abanico de las apuestas de los diversos saberes para organizar el Primer Congreso de Globalización, Cultura y Sociedad, para poner en común las diferentes experiencias de formación, investigación e intervención social que responden de diferentes maneras a esta dialéctica fundamental del tiempo en el que vivimos.

Según los procesos de globalización y sus contradicciones societales a las culturas contemporáneas y a las subjetividades que se derivan de ellas, desde el Congreso, se han establecido 3 mesas de trabajo con subtemas en los que puedes participar y presentar tus avances y experiencias.

La investigación social, medio de resistencia y subjetivación

• La ciencia y el desarrollo tecnológico. ¿Opciones para la emancipación?

• Mirada y enfoque actual de los postgrados, en la actividad física y el deporte.

• Micro emprendimientos. Aplicaciones y perspectivas para el empoderamiento.

Psicología critica, salud mental, ciudadanías e identidades interculturales

• Salud mental en víctimas del conflicto armado.

• Enfoque de género.

• Diversidad sexual.

• Inclusión educativa

Conflicto subjetividades y resistencias

• El impacto de los procesos vinculados con la globalización sobre la soberanía legislativa del Estado.